Saturday, September 26, 2009

Orión



murió mi Orión.... orioncín cabezoncín
puta que tengo pena... y ahora mismo la bandera golpea la protección igual como el Orión se pegaba cabezazos cuando iba a entrar... no hablaré de su muerte, no diré que me culpo un poco y que quizás se podría haber evitado ni tampoco mencionaré que mientras lloraba afirmada en la mesa quirúrgica el Orión dio su último esfuerzo para acercarse a mí y decirme que ya no quería seguir, que no quería que yo tuviera que meterle una jeringa a la fuerza en el hocico y dispararle el suero que le preparé, ni que le metiera el dedo con comida tratando de alimentar mi tonta esperanza de que podía mejorar...
Tampoco mencionaré que estaba hipotérmico, no marcó en el termómetro, la doc me retó porque no lo llevé antes, y tuve que tomar la desición que más me ha dolido tomar. Los últimos momentos estuvo siempre conmigo excepto ayer mientras comí y durmió acurrucado conmigo dándome la manito...
Estaba afirmada, cerca de él, él se levantó levemente y puso la pata encima de mi mano y apoyó la cabeza en mi mano... eso me mató y de ahí ya no pude parar de llorar, mientras se dormía eso era lo único que me ponía "contenta", que me hizo comprender que agradecía mi amor y me mostraba que él también me amó... Isao me abrazó y no me dejó sola, él también siente que se murió su gatito. (gracias mi amor)
8 años vivió conmigo y mi familia, el último tiempo aprendió a compartirme con Isao, del que nunca mostró celos mala onda (rasguños ni nada) porque Isao le daba queso cuando tomábamos once, y le abría la ventana a las 4-5-6 de la mañana sin problemas, porque no lo bajaba de la cama... Siempre fue medio despectivo con las personas, como que le gustaba pasar con la cola bien parada entre el grupo de gente que fuera que estuviese en el living, es común verlo sentado en la banca e incluso en la cabecera de mesa en cumpleaños diversos de la familia, también le gustaba subirse al mueble del comedor, a veces (y era motivo de reto) se subía al mueble de cocina a tomar el sol que entra por el tragaluz del techo, le gustaba pisarme el teclado cuando estudiaba o me obligaba a tenerlo sentado en mis piernas cuando estaba sentada en el escritorio, comedor, cama, donde fuera... aunque cuando era hora de comida esperaba a que yo terminara para aprovecharse de la conversación de sobremesa y recibir su picoteo...
Era bueno para salir de farra y volvía todo magullado (razón por la que se enfermó, deduzco yo, por lo contagiosa de la leucemia felina). Aunque cuando chico tenía cajita sanitaria, de grande le gustaba escarbar en el pasto del vecino del frente, puedo contar con la mano las veces que se hizo en la casa (en mi pieza). Un par de veces me regaló pajaritos muertos, para cooperar con la institución familiar.
Orión llegó a mí, porque cuando cumplí 15 años, me regalaron un gatito "Esteban" que me robaron cuando tenía 3 meses, después de la pena que pasé por eso, mis viejos se las rebuscaron para encontrarle un sucesor, ahí fue cuando le preguntaron a la señora Bethy y ella tenía gatitos chicos para regalar!!!
Era y siempre fue un chorongo mal genio... de la onda que le decías que no y se iba a la calle para volver un rato después.. cuando fumaba me fruncía el ceño y se iba, pero siempre volvía, cuando estuve en Chicago se enfermó un poquito, yo también lo extrañé y a veces le hablaba al teléfono, mi mamá dice que se hacía cariñitos con el auricular. Me gustaba molestarlo tirádole las canitas que tenía en el lomo, le tiritaba todo, le daba cosquillas, y cuando se aburría, se paraba y se corría a los pies de la cama.
Perseguía moscas y polillas, pero nunca fue muy juguetón, le gustaba que le hiciera cariños, pero tampoco mucho, el último tiempo estuvo mucho más regalón y dormía bajo el cobertor (ya andaba de defensas bajas, yo creo).
Qué más puedo decir, fue un gran amigo, confidente que estuvo conmigo en muchos momentos felices y también en muchos de dolor, ahora no está para consolarme con sus ronrroneos incondicionales, con sus estirones de 1 metro de largo, bramidos para salir, entrar, pedir comida, cuando llego a la casa, o que le abra la puerta de mi pieza porque lo dejé afuera.
Ya no va a estar, así que me tengo que acostumbrar a echarlo de menos y pensar que fue para mejor, y que todos los años que estuvo conmigo fue feliz y se sintió querido, porque de verdad siento que perdí a un gran amigo.


Te quiero Orión, gato panzón...